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Toco tu nombre

Toco tu nombre; estiro la mano y lo toco, es así de simple. El mundo puede comenzar a desgajarse, todos los muros de la ciudad pueden caer de manera simultánea, pero yo no dejo de acariciarlo. Tus orejas, tu cabello, tus ojos de ave domada, todo, toda tú eres un pasaje; tocar cada parte de ti, besar tus manos, rozar tus mejillas con mis manos frías, oler tus ojos de fuego como una marea tan salvajemente hermosa, tocar tus hombros delgados es tocar tu nombre y abrazarlo y besarlo y fundirme con él. Cada instante, cada segundo junto a ti voy acercándome, voy rozándolo y acariciándolo; apenas te vas y me quedo ahí tirado, sin tocarte, sin tu nombre, sin ti…

Comienzo despacio, muy despacio, sólo roces y eres una A y yo la toco; eres Alas, eres Amor, eres Amarillo, eres Algodón, eres Ámbar y yo puedo tocar la A, la primer letra de tu nombre; vuelo y me ahogo en alcohol (también eres Alcohol). Sigo rozando tus manos con las mías, sigo respirando tu mundo junto a mí. Y una L. Eres Luna, eres un Lago, eres Locura, eres ele, eres La, La menor, eres Luz. Eres Luz, sobre todo luz; la luz del camino, la luz de la noche, la luz de tus manos sobre mis manos, de tu nombre sobre mi nombre. Y de pronto, sin decir nada, eres una E y yo toco la E. Eres Estrella, eres Entrada, eres Elástica y Etérea, eres Esperanto, eres Eterna. El tiempo sigue y yo sigo, sigo mirándote; un roce, con la punta de los dedos, de tus cabellos claros como algo inexplicable, como una antimateria inalcanzable. Sigo pendiente de tu nombre y de pronto eres una S. Eres Sol, eres Silicio, eres Sudestada, eres Soledad, eres Sal, eres Salvación, eres Silencio (mucho silencio), eres Saliva. Las horas se consumen como alcohol mientras yo sigo tocando tu nombre, que avanza y me va dejando un estremecimiento en la barriga, una náusea porque ya sé lo que sigue; el final nos lleva de vuelta al principio. Eres A, otra vez. Eres Amor, eres Amarillo, eres Ámbar otra vez, pero esta vez también eres Amargura, porque sé que tu nombre ya termina y ya te estás alejando de nuevo y sólo me va quedando el recuerdo de tu nombre entre las manos y de tu piel casi amarilla. Y ya comienza la espera, la espera del momento en que vuelvas y vuelva a tomar tus manos y mirar tus ojos; y la espera quema, quema como un fuego rojo tan salvajemente dulce que avanza por todos los flancos y me deja sin salida. Y la espera termina cuando vuelves y yo tomo tus manos y miro tus ojos y estoy otra vez tocando tu nombre, tocándolo todo y temiendo tu partida y la espera otra vez quemando hasta que vuelvas y así sucesivamente…

  1. himynameisroman
    abril 3, 2012 a las 3:07 pm

    Qué bonito, este me encantó.

    • abril 3, 2012 a las 10:55 pm

      Gracias, qué bueno que te guste. Este relato ya es bastante viejo, pero aún logra su cometido. Si te gustó sigue pasando por acá y yo pasaré por tu blog. Si puedes recomendar para crear más comunidad, mejor. Un saludo

  2. abril 5, 2012 a las 2:06 am

    La primera parte fue lo que más me gusto, tiene ese «feeling» cuando escribes con el alma y por alguna razón pensé en Benedetti.

  3. Desordene átomos tuyos.
    abril 27, 2012 a las 9:33 pm

    Me gusto mucho este ❤

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